miércoles, 14 de noviembre de 2012

Acantilados de Howth...¿o los motivos de la huelga?

He comenzado a escribir esta entrada en plena mañana del día de la huelga general 14-N...Se me ocurre que tal vez debería escribir algo sobre la huelga y de repente me doy cuenta de que de lo que os iba a hablar hoy puede fácilmente relacionarse con los motivos de esta huelga general. Ayer terminé de leer Los acantilados de Howth, primera novela publicada de David Pérez Vega. Encontré reseñas de este libro navegando por internet y todo indicaba que la lectura podía recordarme experiencias vividas por mí misma: un joven madrileño que al terminar la carrera decide irse a Irlanda a probar suerte y aprender inglés, ya sentaría la cabeza cuando volviese a España...

La novela trata de los jóvenes de hoy en día, de la facilidad que tenemos para decidir emigrar al extranjero a vivir una aventura, a aprender idiomas, a vivir una realidad ficticia. De cómo de dura puede ser la vuelta a España (en el caso del personaje del libro, a Madrid) cuando te das cuenta de que las aventuras en el extranjero fueron solo un espejismo, que la vida real va de hipotecas, largas jornadas de trabajo y viejos lugares archiconocidos. 

Hasta aquí todo bien, a medida que el autor va describiendo estados de ánimo durante su vida en Irlanda y a su vuelta a su ciudad natal puedo reconocer muchísimos de ellos, experimentados durante mis estancias fuera. Sin embargo, hay algo que no cuadra, pequeños detalles que hacen la diferencia entre estas experiencias y la mía: la historia de este joven aventurero transcurre entre 2005 y 2007.

El libro describe la experiencia de un joven que decide marcharse por voluntad propia, principalmente debido a sus ganas de aventura. Siguen habiendo muchos que elijen destino en el extranjero por la experiencia vital, por supuesto, pero a este grupo se le están anexando muchísimas personas que se marchan, con más o menos ganas, buscando algo que en España no encuentran, algo fundamental. Buscando condiciones que Ricardo, el protagonista de Acantilados de Howth, encontró nada más llegar a Madrid: trabajo y casa en propiedad. Sufrió otro tipo de penurias, la readaptación no es fácil y el recuerdo de lo que pudo haber sido y no fue nunca te abandona, pero entonces, allá por el 2005, la decisión de volver a España no conllevaba las preguntas hoy día tan trilladas de: "¿Conseguiré trabajo?", "¿Lograré independizarme algún día?". De lo de comprarse una casa, mejor ni hablemos.

El capítulo final del libro comienza: "Hemos vendido la casa. Ha sido rápido, y en el poco tiempo transcurrido desde que la compramos se ha revalorizado un cincuenta por ciento. Este país se está volviendo loco." El personaje acaba de cumplir 30 años. Y sí, éste es un libro de ficción, pero todos sabemos que en el 2007, hace 5 años, el país funcionaba así. No sé a vosotros, a mí me ha dado que pensar...

En fin, no quería dramatizar, pero es que lo que estamos viviendo es un drama, lo queramos ver o no. No me referiré al poder adquisitivo, al no poder comprar un coche nuevo con un sueldo medio de un ingeniero español o no poder viajar todo lo que a los jóvenes nos gustaría, no hablo de lujos. Me refiero al derecho a la vivienda, al derecho a vivir independientes, que atribuyo a los jóvenes veinte- o treintañeros (¿estaré demasiado loca?).

Me fui por las ramas: cuando terminé el libro pensé en hacer una pequeña reseña en el blog, y la influencia de la huelga me ha llevado por otros derroteros. Sea como sea, Acantilados de Howth es una lectura muy recomendable, fresca y actual. Especialmente para personas que, como yo, han vivido la dicotomía experimentada al vivir en el extranjero: la alegría y melancolía, la emoción y la añoranza, las ganas de conocer más con la sensación de pérdida de lo conocido. Un libro que refleja los sentimientos de un joven que debe adaptarse a la realidad que dejó en España tras volver de su aventura irlandesa. Fue duro. Consiguió trabajo y casa, pero fue duro. Yo prefiero no tener que adelantar el futuro que nos espera a los que salimos y aun no vemos la fecha en que podamos volver...






1 comentario:

David Pérez Vega dijo...

Hola Marta:

Interesante reflexión sobre Acantilados de Howth.

Esta novela la escribí más o menos durante 2006; en plena época de supuestas vacas gordas; y la verdad es que yo no recuerdo la realidad tan idílica como ahora, desde 2012, parece que la recuerda mucha gente.
Fue una época de bonanza extraña: lo curioso es que parecían tenerlo mucho más fácil los que no habían estudiado que los licenciados: los que trabajaban en la obra cobraban más de 2.000 euros/mes (lo que me parece muy bien) y se compraban el cochazo, el chalet... los licenciados teníamos contratos más precarios, de 1.000 euros y muchas horas...

Se daban estas situaciones: uno de mis amigos, arquitecto, tenía que ir a las obras a comprobar si se estaba cumpliendo con los planos del edificio; y allí un trabajador inmigrante le pregunta cuánto cobra, y por supuesto este obrero cree que mi amigo le está tomando el pelo cuando mi amigo le dice que 1.000 euros al mes cuando él que podía ladrillos cobraba 2.000 euros. Y repito que esto último, que los obreros cobren mucho me parece muy bien; quizás fue un problema de sobrecualificación generacional: había más arquitectos que obreros que ponen ladrillos, lo que acaba por no tener demasiado sentido.

Saludos
David