viernes, 17 de octubre de 2014

Che Buenos Aires, me robaste el corazon

Tras el viaje que motivó mi entrada Che Argentina, me robaste el corazón, he vuelto a Argentina, o más bien, a Buenos Aires.

Hace dos años, Buenos Aires me decepcionó bastante. ¿Aquélla era la ciudad que volvía loco a Sabina?...Algo no me cuadraba. Una mega urbe al estilo europeo, pero con el desorden latino. Solo tenía dos días para visitar la ciudad, con manifestaciones y lluvia de por medio. Un caos. Uno de los dos días lo pasé intentando llegar al centro en mitad de una descontrol total. Mientras que los porteños se empeñaban en comentar que eso era lo normal en Buenos Aires. Sinceramente, yo no le encontraba el encanto.

Salí aliviada de una ciudad en la que no había encontrado mi lugar. Tan sólo encontré mi momento de paz cuando conseguí entrar a visitar el Teatro Colón, una maravilla porteña que no me pasó desapercibida, incluso con lo poco receptiva que andaba...


Pero esta vez ha sido distinto. Esta vez no había prisas turistas, y sí más contacto con los porteños. Esta vez ha habido menos turisteo, menos ojeadas a la Trotamundos, y más cafés, más música, más empanadas para llevar y comer en el parque, más asados, más risas, más conversaciones y…¡más asados!

Buenos Aires es vibrante. ¿Cómo no lo vi antes? Es como una de esas personas extrovertidas que todo el mundo se cruza alguna vez en la vida. Esas cuya presencia es tan arrolladora y la energía que desprende tan enorme, que al primer contacto cohíbe y puede causar incluso rechazo, pero que, si le das una oportunidad, y pasas más tiempo con ella, aprendes a llevarla, puedes hacer uso de su energía positiva, y su empuje te contagia... Así es Buenos Aires. Un torrente de energía, vida nocturna y diurna mezclada. Una ciudad llena de artistas callejeros, oficinistas con ojeras que por la noche tocan la guitarra o músicos que por el día se dirigen a la Faculta de Agronomía. En Buenos Aires ocio y trabajo se mezcla y no hay lugar para el descanso, porque el descanso es tomar mate o vino con amigos. ¿Para que dormir si se puede improvisar un asado en buena compañía? El mate… juraría que esa yerba tiene propiedades un tanto sospechosas, y es la responsable de la hiperactividad porteña.

Y así fue como, poco a poco, día a día, fui venciendo la fiaca de ir a la universidad en colectivo (trayecto de una hora ida y otra hora de vuelta) y a sentir como la energía me contagiaba.

Y disfruté los trayectos en colectivo,
los paseos por el microcentro,
Palermo y sus tiendas de moda,
El río marrón del que no se ve la otra orilla,
El humor y cine argentino, con Ricardo Darín en Relatos Salvajes
De la librería-teatro El Ateneo,
Y de las otras muchas librerías que encuentras en sus calles,
De la elegancia de La Recoleta,
Del tango de barrio,
Del Che, boludo, de la joda y de la cumbia argentina.
Disfruté de la magia de Buenos Aires.

Ya hace un mes de mi viaje, y quería escribir esta entrada ahora, antes de que toda la energía recolectada durante mis dos semanas en Buenos Aires se diluya...Volveré.

De España a la Argentina, qué meneo, qué vaivén, qué ajetreo, qué mareo, qué ruina