sábado, 17 de marzo de 2012

Casualidades y sorpresas

No sé qué pasa. Hay días en los que los cinco sentidos están a flor de piel. Son esos momentos en los que a todo lo que ocurre se le da un significado porque, de una manera u otra, tocan alguna fibra sensible de manera especial. Son días como hoy en los que los pequeños detalles de la vida se convierten en la experiencia de vivir. Es exactamente igual que cuando en las películas se intensifica el sonido de una pluma al caer al suelo. Pequeñas casualidades y pequeñas sorpresas que pueden hacerme vibrar y con lo que a mí me gusta esta sensación de sentir, consiguen hacerme feliz. A lo que voy, acabo de volver de tres días de sol y vacaciones en Orleans, cansada, sensible sin saber la razón, y me encuentro con...

Primero, una casualidad (si es que las casualidades existen, porque a veces recurro a la teoría de que todo tiene un porqué). Yo, inculta de mí, no sabía que The Sound of Music era el nombre original de la película que tanto ví de pequeñita, Sonrisas y Lágrimas, claro, la última vez que la ví tenía alrededor de 10 años y se veía doblada al español. El pasado martes descubrí la conexión gracias a un libro que me estoy leyendo en inglés. Después, durante el viaje a Orleans, por una razón y por otra hemos hablado de la película en varias ocasiones y nunca saqué yo el tema. Y cuando vuelvo, me habían mandado este vídeo, curiosamente grabado en la estación de Amberes. Casualidades...

http://www.flixxy.com/antwerp-central-station-sound-of-music.htm

Tras sonreir gracias al buen rollo de este baile sorpresa en la que ahora es mi ciudad y deleitarme con el placer de estas curiosas coincidencias, me encuentro en el correo otra sorpresa, la nueva canción de Marlango, que me ha encantado y enganchado.

http://www.rtve.es/radio/20120315/marlango-estrena-videoclip-dame-razon-debut-oficial-castellano/507264.shtml

Y por último, abro uno de esos emails en cadena que nunca abro con un vídeo (otro) promocional de Córdoba. Lo he empezado a ver y ya no podía parar. Más sensaciones: morriña de mi tierra. Morriña que cuando aparece en el momento en que una está feliz se convierte en orgullo y satisfacción de provenir de esa ciudad. Tal vez sea igual que los muchos otros que se han hecho. Si es así, que alguien me avise, porque hoy todo me emociona.

http://www.youtube.com/watch?v=GyfGdpF55Uk

Y es que no sé de dónde viene tanta sensibilidad. Hay días en los que ninguna de estas tres sorpresas me hubiesen llamado la atención, pero hoy sí. Y me parece muy bonito el ver que poco a poco vuelvo a recuperar eso que tanto echaba en falta: mi infantil capacidad de sorprenderme y entusiasmarme.

Por supuesto, esta noche veremos Sonrisas y Lágrimas. Tal vez encuentre en la película algún mensaje importante, porque parece que me ha llamado.

Os deseo una feliz y sorprendente noche de sábado a todos.

lunes, 5 de marzo de 2012

Che Argentina, me robaste el corazón

Siguiendo la frase del vídeo que tanto me gusta ( "Vive en New York alguna vez, pero vete antes de endurecerte; vive en el norte de California alguna vez, pero vete antes de ablandarte), yo incluiría: "Vive en un país nórdico alguna vez, pero vete antes de que te insensibilices; vive en un país sureño alguna vez, pero múdate antes de que la desorganización te gane la partida".

Muchas veces he tenido esta eterna conversación acerca del imposible equilibrio organización-alegría en un país. Por norma general, los países más productivos, ricos y organizados son fríos y ofrecen poca cabida a la improvisación. En contraposición, los países cálidos están llenos de gente cálida y alegre, pero son más desorganizados y menos productivos. ¿Cómo unir lo mejor de ambos? Me temo que jamás será posible. A medida que un país se organiza, pierde parte de su capacidad de improvisación y espontaneidad. Será por eso que tanto me gusta viajar: una vez que se conocen ambas caras, resulta inevitable echar de menos alguna de ellas, ya sea la fría organización, ya sea la cálida alegría de vivir de un pueblo.

Argentina. Argentina me ha acogido como ningún país me ha acogido antes. Viajando por este país es imposible no sonreír, no charlar, no sentirse feliz. Los argentinos son amables y abiertos hasta el extremo. Que el país siempre se encuentra en crisis...no importa, ellos están "acostumbrados" a que no todo vaya tan bien y siguen su vida sin dramatismo. Se sorprenden de cómo los europeos nos escandalizamos ante la actual crisis: a ellos les encanta hablar de política, tal vez muestran nostalgia, pero sin derrotismo ni exageración. No sé cómo lo han conseguido, pero en este viaje tan corto, con estancias de no más de tres días en cada lugar, me ha dado pena marcharme de cada uno de los sitios visitados.  Es llegar a un nuevo destino y enseguida te hablan, te preguntan, te cuentan y te escuchan. Al día siguiente la recepcionista y los demás trabajadores del albergue, así como los que allí se alojan, parecen ser amigos de toda la vida a los que saludas con cariño. 

Sí, Argentina, como anuncia uno de sus carteles publicitarios, está llena de buena gente. Sin embargo, tras haber conocido parte de la grandeza de su naturaleza, me pregunto si no tendrá algo que ver esta inmensidad paisajística con su amable carácter. La Patagonia argentina es extensa y muy intensa, llena de grandes ríos, lagos, bosques cordilleras y hasta masas de hielo. Y es grande en todo, menos en población, lo que la hace más enorme aún. Nunca había paseado por montañas así sin rastro de personas por horas y horas. Nunca me había subido a un monte a observar un glaciar y no escuchar nada, sólo insectos, pájaros y viento.


En resumen, Argentina me ha devuelto la capacidad de sorprenderme, la relajación que Bélgica obliga a esconder en un rinconcito  cuando vives aquí por un tiempo prolongado. A lo largo de estas dos cortas semanas de viaje, he notado como Argentina me ablandaba poco a poco. Como las esperas de autobuses retrasados o camareros olvidadizos cada vez me molestaban menos. Sus gentes y sol me han transmitido alegría de vivir. 

Ahora vuelvo a Bélgica, cargada de energía. No caeré en la trampa de decir que mi filosofía ha cambiado tras este viaje: sé que Bélgica volverá a atraparme con su estrés y organización (a veces, bendita organización). Sin embargo, intentaré recordar y rescatar estas sensaciones. Y si no funciona, significará que pronto tendré que visitar mi casa. Al fin y al cabo, Argentina queda muy lejos, pero Andalucía y los andaluces pueden recordarme la alegría y desorganización tan añorada muchas veces.