lunes, 24 de octubre de 2011

La importancia del carbono, sin perder la perspectiva

Hace no tanto era mucho mejor no aceptar que el hombre, con su desarrollo económico exponencial e incontrolado, estaba perjudicando al medio ambiente; era mejor no despertar conciencias que presionaran para llegar  a un cambio de paradigma que mejorara nuestro medio ambiente en detrimento del crecimiento económico. Pero no se podía hacer oídos sordos a lo que ocurría ante cada vez más pruebas científicas.

Ahora que, en términos generales,  se puede decir que ya se ha aceptado que existe el cambio global. Ahora que a la población en general le suena aquéllo de la importancia que tiene el ciclo del carbono. Ahora que hablar de reducción de emisiones de carbono es equivalente a solucionar el cambio climático, y que los políticos lo usan dentro de sus discursos para asegurarse su "imagen verde". Ahora que, en definitiva, el carbono está de moda y hasta tiene su propio precio en su propio mercado, es hora de hacer una lectura un poco más profunda y ser cautos con todo esto...

Las herramientas para estimar el carbono que "entra y sale" de los ecosistemas, esto es, que se intercambia entre la atmósfera y las plantas y suelo, no paran de proliferar. Existen multitud de modelos globales que dan cifras redondas e impactantemente altas sobre las cantidades que emitimos o secuestramos dependiendo del uso que hacemos de nuestros recursos (si cortamos árboles, más CO2 a la atmósfera, si reforestamos, más carbono se secuestra...). Estos avances son muy importantes y el hecho de que por fin se invierta en investigación sobre el cambio climático nos alegra a todos los interesados e interesadas. Pero es un arma de doble filo. Una vez que los modelos y estimaciones arrojan sus números, se empieza a poner dinero para implementar aquellas medidas que ayudarán a mantener más carbono en los ecosistemas según los estudios realizados. Pero para conseguir eso, las medidas deben hacerse a nivel local, refiriéndome con local a una escala que permita llevar a cabo un cambio de gestión de territorio (ya sea a nivel de propietario, de espacio protegido...). Sin embargo, las cifras muchas veces vienen de modelos generales, de modelos aún en desarrollo. Cuando se intentan interpretar sus resultados a una escala menor, hay algo que no cuadra. Y es que hay muchísimos factores que no se tienen en cuenta todavía en los modelos del carbono, por ejemplo, el transporte lateral del mismo: el carbono en suelo no es estático, gran parte de él se escapa hacia las aguas subterráneas, ríos y lagos. Los modelos más clásicos hacen una estimación del intercambio vertical de carbono (tierra-atmósfera), pero no incluyen el intercambio lateral (tierra-aguas superficiales-océano), por lo que muchos de ellos pueden estimar que la cantidad de carbono secuestrada en un determinado bosque es X, pero si se mirase en detalle podría no corresponderse con la realidad, ya que parte de esa estimación se habría "escapado".

Y como esta limitación, existen muchas otras. Entiendo que se puede pensar que tales aclaraciones son sólo puntillitas de científicos que siempre buscan la perfección y no son relevantes en la vida real. Sin embargo, dichas "puntillitas" cobran importancia cuando instituciones, empresas, o quién sea se aferran a las cifras de carbono con avidez para buscar soluciones y/o vender y comprar carbono. Puede ser un defecto mío, que siempre pequé de cauta, pero no me gustan las cifras absolutas, no me gusta hablar de toneladas de carbono secuestradas aquí o allá. Yo prefiero centrarme en los cambios relativos, que, aunque reconozco que es necesario cuantificar, a mí me interesa más conocer cuál es la dirección correcta y aplicar cambios y medidas a pequeña escala, pero para ello sí que es necesario tener en cuenta todas las entradas y salidas del sistema, no vale con aproximaciones. El ciclo del carbono tiene letra pequeña, que hasta ahora poca gente se ha parado a leer.

La conclusión de todo esto es que, como ya escribí en este blog cuando estaba recién nacido y yo empezaba a sumergirme en el mundo de la restauración de ecosistemas, se debe pensar globalmente, pero no olvidemos actuar localmente.


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