lunes, 7 de marzo de 2011

Magia que va y viene

Tras un enero y febrero de completa sequía bloguera, he ido retrasando el momento de escribir de nuevo y, lo que es más importante, de decidir qué y cómo escribir. Cuánto más descuidaba el blog, más me parecía que me sería imposible continuarlo sin, al menos, una previa reforma. Pero hoy he decidido que no, que mi blog debe seguir siendo como hasta ahora: un descontrol absoluto, con entradas variadas y sin ninguna temática específica. Porque así lo pensé al comienzo hace ya más de dos años para dejar constancia de cualquier tema que me resultase inspirador sin restricciones de ningún tipo y, de la misma forma, “La magia de los árboles” debe reflejar aquellos momentos en los que por diversos aspectos la magia se va...Porque la vida es así, a veces hay mucho que compartir, a veces no tanto, o hay causas externas que te lo impiden...y eso es lo que transmite este caótico cajón de sastre del que no debéis esperar nada más que unas cuantas reflexiones sin orden ni concierto que sirven como terapia para esta loca cabecita que necesita poner los pensamientos en palabras escritas con el fin de ir desgranándolos poco a poco y relajarse.

Hoy he sentido la necesidad de escribir de nuevo, ¿de qué?, pues de todo un poco y nada en concreto. De repente se me han despertado los sentidos, porque os quería hablar de…

Una película que me ha encantado, que me ha asustado, emocionado (¡vaya final!) y me ha hecho confiar en que de vez en cuando seguirán saliendo buenas películas que no tengan porqué estar basadas en hechos reales, tan de moda hoy en día, y usen la originalidad e incluso el absurdo para ponerte la piel de gallina…o quizás mejor decir de cisne.

Igualmente, quería hablar de música, compartir con vosotros lo que consigue relajarme el nuevo álbum de Adele, 21, lo contenta que me pone escuchar a alguien cantar con una inmensa voz que a la vez está provista de sentimiento. Porque desde luego Adele no será la única en el planeta con tal torrente de voz, pero no todos son capaces de usarla así, con sentimiento, personalidad, carácter. En fin, que la recomiendo y que disfruto poniendo sus canciones una y otra vez en You Tube y observando como Adele está consiguiendo gustar a gente de todo tipo, porque reúne calidad y fama al mismo tiempo, rompiendo los estereotipos de artistas femeninas que triunfan tan arraigados en la cultura musical. Creo que su CD sí lo voy a comprar original. Lo merece.

También he sentido la necesidad estos días de escribir acerca de un país no muy conocido: Polonia. Un país que no es del este de Europa, pero tampoco del oeste, una tierra que por estar situada en el medio ha sufrido los abusos de unos y otros, que ha luchado por mantener su unidad y que ahora que comienza a levantar cabeza se presenta ante sus visitantes como un país abierto, habitado por personas increíblemente hospitalarias (creo que es este detalle el que más me ha sorprendido, lo amables que son los polacos con los extranjeros). Polonia debe su historia a su situación geográfica, ha ido absorbiendo a lo largo de los siglos costumbres, arquitectura y arte del este y del oeste al mismo tiempo, convirtiéndolo en un destino interesante y diferente.

Y, por último, en Polonia se encuentra una de las visitas más espeluznantes que puedan existir: el museo del campo de concentración de Auschwitz. Después de visitarlo, quedé perpleja tras haber atisbado tan sólo una mínima parte de lo que allí se les hizo a judíos y demás prisioneros. Visita que me dejó traumatizada, indignada y horrorizada a la vez, tras la cual estuve varios días dándole vueltas a una entrada de blog, pero que finalmente me pareció que es algo que no se puede poner en palabras, mejor dejar una simple recomendación “Id a visitarlo”, pero con una advertencia: se han hecho muchísimas películas sobre el holocausto y los campos de concentración y exterminio, pero en este caso, la tan sabida frase se cumple mejor que nunca, “la realidad supera con creces a la ficción”.


Tras este popurrí sin ton ni son, sin estructura ni aspiraciones, cuya única intención es relanzar mis ganas de escribir aquí, lo dejo por hoy, pero esperando no tardar otros tres meses en volver a la carga. Menos mal que siempre hay alguien presionándome para que escriba…



Ahora que lo pienso, menos mal que no he leído ningún libro que me haya impactado notablemente, porque es lo único que me ha faltado para marear del todo al personal.



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