sábado, 20 de junio de 2009

La ciudad donde crecen las ojeras...

Recuerdo que cuando apenas llevaba un mes aquí en Madrid le comenté a Luis por teléfono que en el metro de esta ciudad la mayoría de la gente tenía ojeras...Y yo ya había empezado a notar cómo a mí se me estaban marcando más de lo normal.

Y es que el ritmo de Madrid es frenético, tengo la sensación de que durante este curso he aprendido a estirar los días hasta conseguir que tengan 30 horas.

Pero por eso me ha gustado vivir aquí un año, por eso he disfrutado tanto esta ciudad, me ha ofrecido tantas cosas, buenas y malas, tantas experiencias y gentes, que los días se me quedaban cortos.

Por las cañas de después de clase, primero en el Bravas, después en Quevedo y el Museo del Jamón (ya sabéis, una y nos vamos...)
Por las clases de baile africano, con Diana, esa linda sudafricana que se enamoró de un hippie español mochilero que andaba por Sudáfrica, se casó y se vino a Madrid a dar clases de Jazz. Qué alegría me transmitía cada mañana de martes y jueves.
Por las noches en el salón, en compañía de Andrés, hablando de arte contemporáneo, arquitectura y restauración de ecosistemas, por esas ansias de conocer más y más.
Por las noches viendo el Internado...David consiguió engancharnos!!
Por las clases de salsa en el comedor...Muchas gracias Ernesto.
Por las fiestas de disfraces, por las celebraciones de cada entrega de trabajo (si algo bueno ha tenido hacer tantos trabajos es la cantidad de celebraciones que han traído sus finales).
Por cada cumpleaños del piso, con esas compras de regalos apresuradas en el Vips...
Por las tardes en el Retiro
Por la Family Máster y sus ganas contagiosas de arreglar el mundo...Algún día, los 30 montaremos una empresa de Restauración ecológica.
Por la familia Mellado
Por los días y noches trabajando en casa de Alberto, de Nai y Sarai o incluso en la mía, comiendo y cenando pizza y cerveza...
Por ir a cantar a un karaoke un domingo a las 10 de la noche
Por las conversaciones acerca de los sueños y las reencarnaciones
...Hasta por los malos ratos pasados en las presentaciones de Orea...

Por todo me ha gustado Madrid. Por todo eso me da tanta pena que se esté acabando. Éste ha sido, sin duda, uno de los mejores años de mi vida.

Así que no me importa tener más ojeras, ha merecido la pena.

2 comentarios:

Pantera dijo...

Ojalá matengamos las ojeras día tras día y vida tras vida.

J. dijo...

Ojalá me durasen a mí aún las ojeras de Liège. Llevo unos días de nostalgia y lagrimones...